Jesús abandona el territorio de Judea y se dirige a tierras paganas, en la frontera, hacia lo desconocido. Una mujer cananea, en Deuteronomio aparece Canaán como pueblo malo e insensato, confiesa su fe en Él, "Señor, Hijo de David..." le reconoce un título, mesías, que muchos judíos se negaban a reconocerlo, subrayando así la disposición de los paganos a admitir la fe. Y precisamente esta fe de la mujer pagana provoca el gran elogio de Jesús y su respuesta sanadora.
Se evidencian, por parte de la mujer, una FE muy grande en Jesús, una gran valentía de una mujer que tiene todos los condicionantes, de aquel tiempo en su contra. ES MUJER, PAGANA Y SU HIJA TIENE UN DEMONIO.
Jesús se deja tocar una vez más por el sufrimiento humano, por encima de todos los condicionantes culturales, de raza o religión.
Que importante es que a la luz de este evangelio revisemos nuestras miradas, nuestros prejuicios, nuestras fronteras.
(Fuente nocetnam: Hna. Mariví Sánchez Urrutia)
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