lunes, 1 de julio de 2019

Comentario lectura evangelio 04/07/19

El paralítico no podría haberse encontrado con Cristo si no hubiera habido otros que le llevaran en la camilla. Es siempre hermoso poder contar con personas que nos acercan a Jesús con el ejemplo de sus buenas obras; es reconfortante que otros recen por nosotros e intercedan por nosotros ante Dios. ¿Nos damos cuenta de que nuestra vida afecta a los demás? La santidad personal ayuda a otros a ser santos, la oración puede alcanzar grandes gracias, grandes milagros, grandes conversiones para muchos otros. En esta meditación también podemos descubrirnos como paralíticos en el alma porque todos tenemos necesidad de purificar nuestro corazón del pecado, que es una especie de parálisis espiritual. Preguntémosle a Jesús qué hay en nuestro corazón, qué es lo que quiere que purifiquemos. Sólo Él y su amor nos puede liberar de los malos hábitos y de nuestras faltas más personales, etc. Su misericordia es lo que nos levanta y nos hace reemprender el camino del bien con la fuerza de su gracia. Alimentémonos con la Eucaristía que es el sacramento del Dios que nos acompaña y no nos deja solos.

(Fuente nocetnam: Regnum Christi

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