lunes, 1 de julio de 2019

Comentario lectura evangelio 03/07/19

Tomás metió su mano en unas heridas no de muerte, sino de vida. Las heridas mortales se habían convertido en heridas resucitadas, de resurrección. Y Tomás, yendo más allá de lo que veía y palpaba, creyó en la resurrección de Jesús y en su divinidad. “Señor mío y Dios mío”.

¡Cómo nos vemos retratados en Santo Tomás! Como él, hombres débiles y de poca fe, pedimos a Jesús una presencia clara y manifiesta, que nos muestre que ha resucitado, que no se esconda tanto, “que no se rían de nosotros nuestros enemigos”, que tengamos una respuesta clara y rotunda a los que todo el día nos siguen preguntando con ironía “¿dónde está tu Dios?

Jesús, sale de nuevo a nuestro encuentro y nos muestra sus llagas de muerte y de resurrección. “Mete tu mano en mi costado”. Y nuestro corazón, convencido y agradecido, vuelve a confesar por enésima vez: ¡Señor mío y Dios mío! Tenemos que hacer nuestra la súplica de aquel personaje del evangelio: “Creo, Señor, pero aumenta mi fe”.


Fuente: Fray Manuel Santos Sánchez

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