miércoles, 20 de febrero de 2019

Comentario lectura evangelio 21/02/19

«En nuestro tiempo, el precio que hay que pagar por la fidelidad al Evangelio ya no  es ser ahorcado, descoyuntado y descuartizado, pero a menudo implica ser  excluido, ridiculizado o parodiado. Y, sin embargo, la Iglesia no puede sustraerse a  la misión de anunciar a Cristo y su Evangelio como verdad salvadora, fuente de  nuestra felicidad definitiva como individuos y fundamento de una sociedad justa y  humana. (…) Si hemos aceptado la verdad de Cristo y nos hemos comprometido  con Él, no puede haber separación entre lo que creemos y lo que vivimos. Cada uno  de nuestros pensamientos, palabras y obras deben buscar la gloria de Dios y la  extensión de su Reino. (…) Lo que hacemos no es tanto aceptar la verdad en un  acto puramente intelectual, sino abrazarla en una dinámica espiritual que penetra  hasta la esencia de nuestro ser. Verdad que se transmite no sólo por la enseñanza  formal, por importante que ésta sea, sino también por el testimonio de una vida  íntegra, fiel y santa; y los que viven en y por la verdad instintivamente reconocen  lo que es falso»

(Benedicto XVI)

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