No es Dios de muertos, sino de
vivos
Una vez más, vemos principalmente a las autoridades religiosas de los judíos poner una trampa a Jesús para cazarle en algún renuncio y desprestigiarle. Pero Jesús, una vez más, salió airoso.
Hoy los saduceos le presentan el relato de la mujer que se ha casado con siete hermanos, después de la muerte de cada uno de ellos, y le preguntan de quién será la mujer cuando llegue la resurrección, creyendo tener seguro un argumento para rechazar la resurrección.
La respuesta de Jesús es clara para tirar por tierra la trampa saducea: “los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos, no se casarán”. Invoca también a Moisés en el episodio de la zarza cuando “llama al Señor: Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob. No es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos están vivos”.
Más allá de ese pasaje, sabemos que Jesús defiende con fuerza su resurrección y la de todos sus seguidores: “Yo soy la resurrección y la vida el que me sigue aunque muera vivirá para siempre”.
Fuente: Fray Manuel Santos Sánchez O.P. Convento de Santo Domingo (Oviedo)
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