“Puede ser que así dé frutos en
adelante” (Lc 13,9)
Demos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de habernos hecho dignos de recibir un poco de alegría, en la abundancia de nuestras penas. Él apaciguó nuestro corazón abatido, aumentando nuestra humildad y fortificando nuestra fe. ¡Qué nos haga dignos de decir “Me quitaste el luto y me vestiste de fiesta, convertiste mi lamento en alegría”! (Sal 29,12). (…)
Dios busca en nosotros los frutos del Espíritu Santo. No debemos ser negligentes, nos preguntarán sobre ellos. Tratemos de estimularnos mutuamente, para que todos produzcamos frutos en lo que agrada a Dios. Sepamos que Dios se ocupa de nosotros. Trabajemos para lo que es necesario al cuerpo y esforcémonos en devenir un templo puro para Dios. Hermanos míos, velen para que ninguno entre ustedes sea excluido de esta certeza, cuando la gloria del Señor se manifestará:”Todavía falta un poco, muy poco tiempo, y el que debe venir, vendrá sin tardar. El justo vivirá por la fe” (Heb 10,37-38).
Fuente: San Teodoro de Tabennesi (?-368), ermitaño y luego abad
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