Firmes en la Fe y en la Palabra
Este conocido pasaje del
Evangelio nos pone frente a nosotros mismos: Jesús nos interpela y nos hace ver
que por mucho que hagamos, si en nuestro corazón y en nuestra alma no habita su
Palabra de nada nos sirven los actos.
En la vida del cristiano no vale
solo con “cumplir los ritos”, ni invocar de manera vacía el Nombre de Dios. El
cristiano debe ir un paso más allá, o dicho de otra forma: no podemos empezar
la casa por el tejado. Necesitamos cimientos firmes, fuertes, bien asentados ¿Y
eso cómo se consigue? Haciendo nuestras las enseñanzas de Jesús, contemplando
las Escrituras como forma de oración, haciendo nuestro el Mensaje de Cristo. Y
ya después podremos predicar, sanar, echar demonios... pero lo primero es
cimentar nuestros actos porque si no al primer envite, a la primera dificultad,
nuestra casa se vendrá abajo.
Cristo nos está hablando de la
importancia de cumplir la Voluntad del Padre a través del Hijo y con la fuerza
del Espíritu Santo. Nos está diciendo que la rutina, la fuerza de la costumbre
(aunque lo hagamos con buena intención) no son suficientes para salvar el alma.
Es necesario el conocimiento de Dios, de su Voluntad, de sus Mandatos y solo
así nuestros actos tendrán la fuerza y la autoridad de la que se sorprendían
los que le escuchaban «les enseñaba con autoridad, no como los escribas», todos
sabemos cómo eran los escribas…
Nuestra casa interior debe ser
fuerte, cimentada en una Fe bien asentada y eso se obtiene mediante el
conocimiento adquirido a través de la lectura frecuente de las Escrituras y su
meditación como intentamos hacer a diario en este espacio que la Orden de Santo
Domingo pone a nuestra disposición. Poco a poco, día a día, iremos construyendo
un edificio resistente a las dificultades que encontremos en nuestro caminar.
Fuente: D. Luis Maldonado
Fernández de Tejada, OP. Fraternidad Laical de Santo Domingo, de Almagro
No hay comentarios:
Publicar un comentario