El resucitado nos da: la paz como tarea, la paz como regalo.
"La paz os dejo, mi paz os
doy; no os la doy yo como la da el mundo".
La paz os dejo como una tarea.
La paz es fruto de una relación
en armonía con la naturaleza, con uno mismo, con los demás, con Dios.
Cuando falta la armonía, reina la
injusticia, la desigualdad, el egoísmo, la violencia; no puede haber paz.
Por eso tenemos una misión que
nos deja Jesús: construir unas relaciones humanas de armonía, de justicia, de
igualdad, para que pueda reinar la paz.
Si no hay justicia, no puede haber paz.
También dice Jesús: La paz os
doy; es un regalo del Resucitado: para vivir con Dios en una relación de armonía,
de bondad, de amor, de vida.
Por eso el saludo de Jesús
resucitado es paz.
Esta paz es el fruto de la
victoria del amor de Dios sobre el mal, es el fruto del perdón. Es la
experiencia de la misericordia de Dios en nuestra vida. La paz que garantiza los
bienes mesiánicos de la salvación.
El don de la Paz que Jesús
comunica a los discípulos, es expresión del amor del Padre, fuente de gozo. Esa
paz no la puede dar el mundo.
Jesús vuelve al Padre; es su
última noche antes de morir e invita a
edificar paz y gozo y fe.
Pero esta vuelta al padre pasa
por la cruz. Cuando llegue la cruz que sigamos creyendo y que
comprendamos la cruz como obediencia de Jesús al mandato del amor
recibido del Padre.
Construye paz, armonía, justicia,
fraternidad alegre, y cuando te llegue la cruz sigue creyendo en el amor de
Dios, cree en el mandato grande del amor… y que tu vida comunitaria sea
testimonio vivo de Cristo resucitado.
Fuente: Fr. Isidoro Crespo Ganuza
O.P. Convento de S. Valentín de Berrio Ochoa (Villava)
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