“La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió.”
La principal causa por que en la Ley
de escritura eran lícitas las preguntas que se hacían a Dios, y convenía que
los profetas y sacerdotes quisiesen revelaciones y visiones de Dios, era porque
aún entonces no estaba bien fundamentada la fe ni establecida la Ley
evangélica, (…). Pero ya (…) no hay para qué preguntarle de aquella manera, ni
para qué él hable ya ni responda como entonces. Porque en darnos, como nos dio
a su Hijo, que es una Palabra suya (Jn 1,1), que no tiene otra, todo nos lo
habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar. Y
éste es el sentido de aquella autoridad con que dice san Pablo a los hebreos
(…): “Lo que antiguamente habló Dios en los profetas a nuestros padres de
muchos modos y de muchas maneras, ahora a la postre, en estos días nos lo ha hablado
en el Hijo” (Heb. 1, 1). (...).
Por lo cual, el que ahora
quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría
una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en
Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad. Porque le podría responder Dios
de esta manera, diciendo: “Si te tengo ya habladas todas las cosas en mi
Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra, qué te puedo yo ahora responder o
revelar que sea más que eso? Pon los ojos sólo en él, porque en él te lo tengo
todo dicho y revelado, y hallarás en él aún más de lo que pides y deseas. (…)
Porque desde aquel día que bajé con mi Espíritu sobre él en el monte Tabor,
diciendo: ‘Este es mi amado Hijo, en que me he complacido, a él oíd’ (Mt. 17,
5); ya alcé yo la mano de todas esas maneras de enseñanzas y respuestas (…).
Oídle a él, porque yo no tengo más fe que revelar, ni más cosas que manifestar.
Que, si antes hablaba, era prometiendo a Cristo; y si me preguntaban, eran las
(preguntas) encaminadas a la petición y esperanza de Cristo, en que habían de
hallar todo bien, como ahora lo da a entender toda la doctrina de los
evangelistas y apóstoles”.
Fuente: San Juan de la Cruz
(1542-1591), carmelita descalzo, doctor de la Iglesia
No hay comentarios:
Publicar un comentario