Jesús, en este pasaje, nos enseña a hacer lo mismo que él. No todo lo legal y justo, humanamente hablando, es suficiente para pertenecer al Reino. Pero, lo legal y lo justo, las leyes sociales y los deberes cívicos, son, si cabe, más obligatorios para los cristianos que para los que no lo son. No bastan, pero son imprescindibles. Así pensaba san Pablo: Dad a cada cual lo que es debido: si son impuestos, impuestos; si tributos, tributos; si respeto, respeto: A nadie le debáis nada, más que el amor mutuo Rom 13,7-8).
La paz es uno de los frutos más sabrosos de ese amor mutuo. Y la paz es la que mueve a expandirla siendo pacificadores, evitando conflictos innecesarios, aunque, a veces, haya que transigir con impuestos caducos o costumbres un tanto obsoletas por más que, en su tiempo, hayan servido para el bien de los hermanos. Siempre con paz y amor mutuo, se impone un sano equilibrio, para dar a Dios lo que es de Dios, como hizo Jesús, y, simultáneamente, servir de ejemplo con nuestra conducta e integridad en el cumplimiento de todos nuestros deberes cívicos y sociales.
(Fuente: Fray Hermelindo Fernández Rodríguez)
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