Comenzamos a caminar la senda del Adviento. No sólo comenzamos nuevo año litúrgico, sino que también comenzamos de nuevo el ciclo C. Iniciamos un camino nuevo aunque ya conocido...
Al inicio del año litúrgico es muy importante saber a donde nos dirigimos, cuáles son nuestros objetivos, cuál es nuestra meta... donde ponemos nuestra mirada. Y NUESTRA META ES DIOS. Hacia Él caminamos, Él es nuestra Felicidad. No es una meta equivocada, no es una meta cualquiera... es una meta prometida. Y por ello, sabemos que llegaremos. El final, que es la Felicidad, es lo que nos re-orienta cuando estamos perdidos, cuando nos encontramos sin fuerza... El final, Dios, es el motor, lo que nos anima a llegar a un sitio... Por eso, podemos sentir, más profundamente, desde los centros de nuestra existencia, ese grito del Adviento dirigido por Dios hacia el ser humano ¡Ven!.
Una herramienta, nos da el Evangelio desde el inicio, para caminar: la Palabra de Dios y la fe. Con estos dos elementos, podemos transitar los caminos de la Felicidad.
(Fuente Nocetnam: Convento de Santo Tomás de Aquino, Sevilla)
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