viernes, 16 de noviembre de 2018

Comentario lectura evangelio 17/11/18

La fe nos asegura que Dios presta oídos a nuestra oración y nos ayuda, aunque a veces no lo veamos. La oración ha de ser siempre esperanza, fe en el poder de Dios, que es amor y no nos abandona. La misma Sagrada Escritura nos muestra cómo Jesús escucha la oración de fe de los leprosos, de los ciegos, de la cananea, del buen ladrón, de la hemorroisa que toca su vestido esperando ser curada…

Jesús siempre responde a la plegaria del que suplica con fe. No obstante, hay quienes dejan de orar porque piensan que su oración no es escuchada. No seamos así. No oremos exigiendo ver los resultados. Dios no es un medio para conseguir lo que deseamos, es nuestro Padre que nos da aquello que más nos conviene. Él sabe bien lo que nos hace falta antes de que nosotros se lo pidamos.

Por tanto, no nos aflijamos si no recibimos inmediatamente lo que le pedimos. Quizá Dios quiere sacar un mayor fruto para nuestras almas por medio de la perseverancia en la oración.

Si Dios nos ha dado a su Hijo, ¿cómo no nos ha de conceder aquello que más necesitamos? Jesús mismo es quien ora por nosotros, y le presenta al Padre nuestras peticiones desde la cruz. Si nuestra oración se une a la de Jesús, en la confianza, obtendremos todo lo que pidamos en su nombre, y aún más de lo que pedimos: recibiremos al Espíritu Santo.

(Fuente Nocetnam: Regnum Christi)  

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