Duro, muy duro el relato que Lucas nos hace de este episodio, en el que Jesús, dirigiéndose a los fariseos, que presumían de ser justos y cumplidores de la ley, les reprocha que sus actos estén dirigidos realmente de cara a la galería, olvidándose de lo realmente importante.
Les echa en cara que se preocupen tanto de pagar el diezmo de la cosecha, que está bien, pero olvidan el derecho y el amor de Dios. Los fariseos buscan el reconocimiento humano, que los sienten en sitios preferentes, o que les hagan reverencias por la calle, pero, sin embargo, son como sepulcros que no están señalados y la gente pisa sin saberlo, algo que en el mundo judío se consideraba como deleznable.
Incluso a los maestros de la ley, les recrimina el que abrumen a la gente con cargas insoportables y que sean incapaces de ayudar lo mas mínimo.
Este duro discurso de Jesús, se puede extrapolar también a hoy día; cuántos de nosotros nos convertimos en “Cristianos de Escaparate”, nos gusta aparentar lo buenos que somos, colocarnos en sitios destacados para que nos vean, que la gente nos admire por lo que aparentamos ser y no somos.
¡Qué gran error! Ya Jesús lo dijo claramente, “que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha” refiriéndose a la caridad. La humildad cristiana es todo lo contrario a la actitud farisaica. Estemos más preocupados por atender al necesitado, amar a nuestros semejantes, sin necesidad de alardear de ello y sin buscar el reconocimiento humano. Es Dios quien debe juzgar nuestros actos, no los hombres.
(Fuente nocetnam: Fraternidad Laical Dominicana Torrent ,Valencia)
No hay comentarios:
Publicar un comentario