lunes, 30 de junio de 2025

Comentario lectura evangelio 30/06/25

"Tú, sígueme"

Es curioso que en los versículos anteriores se nos narrase tres curaciones que Jesús realiza: un ciego, un paralítico y la fiebre de la suegra de Pedro. Acto seguido la gente busca a Jesús, se acerca y el texto pone de relieve la fe, la llamada y el seguimiento, en la clave más profunda de lo humano. Con sus luces y sus sombras. Con el ideal que empuja a entregar la vida y con la limitación humana que te lleva a la continua excusa.

Jesús lanza una llamada en clave personal: «Tú, sígueme». Lo que sucede que no es tan fácil discernir el llamado que hace el Maestro. No es sencillo atisbar esa voz de Dios en medio de un continuo ruido de la sociedad que intenta apagar una voz de verdad y de sentido pleno. Por ello, se emplea la imagen de que los muertos entierren a sus muertos. Hoy día se dan con relativa facilidad esos escenarios de muerte, en los que se ha perdido un horizonte de valores evangélicos. Una verdad que sustente tú vida. Un sueño e ideal por el cual luchar, perseguir. Esfuerzo, tesón, coherencia, fidelidad, empatía, escucha, diálogo, superación… No están de moda en la sociedad en la que trata Jesús de echar las redes para conseguir amigos que siembren la realidad del Reino de Dios.

«¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?» (Mt 1,18). La eterna pregunta del discipulado. Qué nos va a tocar en suerte o quién va a ser el primero. En esa clave, siempre, van a aparecer las excusas, celos, resentimientos y no habrá la posibilidad de una entrega total de la vida. Ver el seguimiento en clave mercantil, yo me entrego mientras le esté sacando partido a esto. Mientras me llene y no me de complicaciones. Solo unos años de mi vida.

«Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15,13). El planteamiento de Jesús tumba por completo los proyectos de la sociedad. Marca una hoja de ruta distinta y que necesita ser abrazada y acogida desde el amor por el cual te has sentido llamado a participar en el proyecto del Reino. No te puedes guardar nada. Estás continuamente expuesto, a la intemperie, en las manos de otros y para otros. Gastarte, partirte, repartirte, al igual que lo hizo Él. Lo que recibes debes de entregarlo con agradecimiento.

Por ello, después de pasar por el proceso de muerte, se llega a la resurrección, con un mandato clave: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15). Libertad total y absoluta para gritar al mundo el evangelio de la salvación. Jesús nos quiere libres, desprendidos, itinerantes, para de este modo ser testigos veraces de su salvación.

Fuete: Fray Juan Manuel Martínez Corral O.P., Real Convento de Nuestra Señora de Candelaria (Tenerife)

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