El más pequeño en el Reino de los
cielos es más grande que él
Al inicio del capítulo 11, Mateo nos presenta a un Juan Bautista desconcertado sobre la identidad del Mesías. La misión de Jesús en la línea del siervo de Yahvé no se asemeja al tipo de Mesianismo triunfal que tal vez espera y, desde la cárcel, envía a preguntarle si es “el que ha de venir”. Jesús le invita a juzgar sus obras a la luz de la Escritura, respondiendo que él es el Mesías porque realiza signos liberadores dirigidos especialmente a los pobres, que también son evangelizados. El proyecto de Jesús puede ser motivo de escándalo, “Dichoso aquel que no halle escándalo en mí” (Mt 11,6), incluso para el Bautista.
Jesús en un primer momento va a confirmar la opinión de la multitud con respecto al Bautista, que veía en él a un profeta. En nuestro texto, lo presenta como el mayor de los nacidos de mujer. Juan ha recibido de Dios la llamada a anunciar el Reino y a preparar el camino del Mesías. Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Con Juan Bautista se ha cerrado una etapa del plan de Dios. Ahora comienza una nueva, superior, más positiva y esperanzadora: la de Jesús y el Reino. Los que forman parte del Reino, incluso los más pequeños, se encuentran ya en el nuevo kairos, constituyendo una nueva generación, en un tiempo nuevo, por obra del Espíritu.
La frase el reino “sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” se presta a diversas interpretaciones. A la luz de todo el contexto, el Reino de los cielos ya irrumpe con fuerza, aunque existen personas violentas que lo quieren quitar de en medio.
Jesús concluye esta parte de su discurso (11,15) con la indicación de no tomar superficialmente este anuncio, sino intentar comprenderlo de manera adecuada: el que tenga oídos, que oiga. No se trata, pues, de una argumentación, ni de una norma de vida que pueda imponerse, sino de un ofrecimiento personal, que necesita un oído atento para acoger su mensaje y entenderlo. ¿Están mis oídos atentos para escuchar y acoger el Reino de Dios?
Fuente: Hna. Carmen Román Martínez O.P. Congregación de Santo Domingo
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