“María eligió la mejor parte” (Lc
19,42)
Las palabras de Jesucristo Nuestro Señor que leemos en el Evangelio, nos recuerdan que existe una misteriosa unidad hacia la que debemos tender, mientras nos fatigamos en medio de la multiplicidad que presenta este siglo. Caminando y antes de reposar, debemos tender durante el camino, no habiendo todavía llegado a la patria. Época aún de deseos y no tiempo de gozos. Tendamos, sin embargo, pero tendamos sin dejadez, sin interrupciones, de forma de poder finalmente llegar. (…)
Para preparar una comida al Salvador, Marta se ocupaba de numerosos cuidados. María, su hermana prefería ser alimentada por él, así que dejó a Marta las ocupaciones múltiples del servicio. En cuanto a María, se sentó a los pies del Señor y escuchaba tranquilamente su palabra. Dócil y fiel, había escuchado este versículo: “Ríndanse y reconozcan que yo soy Dios” (Sal 46, 11). Una de las dos hermanas se agitaba y la otra sólo visaba una cosa. (…)
¿Qué dijo el Señor a Marta? “María eligió la mejor parte”. La tuya no es mala, pero la suya es mejor. ¿Por qué mejor? “Porque no le será quitada” (Lc 10,42). Te quitarán un día toda carga por el servicio de otros, en cambio las delicias de la Verdad son eternas. No le quitarán la elección que ha hecho, no se la quitarán sino que agregarán. Se agrega en esta vida, en la otra vida será la plenitud y jamás le será quitada.
Fuente: San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
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