Seamos hijos del Altísimo
El santo y dulce remedio del alma, es reconocer su propia nada, ver siempre que el pecado viene de ella únicamente, y todo lo demás viene de Dios. Cuando el alma se conoce y conoce a Dios, conoce su bondad. Conociéndola, la ama y se detesta, no como criatura, sino por su rebeldía hacia el Creador.
Partiendo de este santo y verdadero conocimiento, no se equivoca de ruta, marcha con coraje, ya que está unida y transformada en el que es el Camino, la Verdad, la Vida. Está tan fuerte que ni el demonio ni una criatura pueden sacarle su fuerza, porque ella y Dios son uno.
Todo mi que muestran que somos amigos y discípulos de Cristo, es rendir el bien cuando nos han deseo es verlos en esos suaves y fuertes vínculos. Uno de los signos principales hecho un mal. En toda criatura, agrada a Dios. (…)
Debemos considerara que la injuria que hacemos a Dios, que es infinita, es mucho más grande que la que nos es hecha por una criatura, injuria que ya finalizó. Queremos sin embargo que Dios nos perdone y establezca la paz con nosotros, deseamos que no vea nuestras ofensas. Nosotros, debemos actuar del mismo modo con nuestros enemigos. Les pido y los exhorto, de parte de Jesús crucificado, actúen así, por el honor de Dios y por la salvación.
Fuente: Santa Catalina de Siena (1347-1380),terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
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