miércoles, 14 de septiembre de 2022

Comentario lectura evangelio 15/09/22

Simeón profetiza a María que una espada atravesará su alma. Y así fue: María participó en los sufrimientos de su Hijo a lo largo de su vida. Sufrió una primera incomprensión de San José, sufrió en su camino a Judea para visitar a su prima Santa Isabel en medio de su embarazo, sufrió al perder a Jesús en el templo, sufrió en medio de una vida pobre y austera, sufrió al ver el rechazo del que era objeto su Hijo durante su vida pública, sufrió al ver a su Hijo azotado, escupido, coronado de espinas, despreciado, al verlo clavado en la cruz agonizando con dolores insufribles, sufrió al verlo morir, sufrió al lavar sus heridas y enterrarlo. Sufrió la soledad del Sábado Santo. Y todo eso lo sufrió sin nunca haber cometido un pecado y sin tener ninguna culpa. Es por eso que la liturgia de hoy recuerda a la Virgen Dolorosa. María nos enseña que el amor cristiano ha de ser sacrificado, sin quejas exteriores o interiores. La Virgen nos da ejemplo de que debemos sufrir con Cristo y por Cristo. ¡Cuántas veces sufrimos por nimiedades… porque no tenemos las cosas que nos gustaría tener, porque alguien no nos dirigió la palabra, porque no tuvimos un descanso que esperábamos, etc.! María nos enseña a no sufrir en balde y a saber que todo, incluso las molestias de la vida, si se llevan con paciencia, se convierten en sacrificios espirituales agradables a Dios.
Miremos a Jesús en la cruz y a la Virgen Dolorosa, tratemos de consolarles, en lugar de buscar ser consolados, prometamos abrazar las cruces que Dios permita en nuestra vida, sabiendo que lo que padezcamos aquí en la tierra no es nada comparado con el gozo del cielo.

(Fuente nocetnam)

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