Dios salva
María atónita, recibe el saludo del ángel. Atónita por ser colmada de gracia, y porque aquel saludo le rompería toda su historia personal. Tendría que hacer suya la historia de Dios. ¿Cómo, desde la pequeñez y la fragilidad que una persona pueda sentir en su vida, albergará la historia de Dios? ¿Cómo comprender aquél “Alégrate”?
Su misión: ponerle nombre a la vida que nace en ella: “Le pondrás por nombre Jesús”. Pero no sólo es ponerle un nombre, sino confiarse en la misión de darle vida, de educarlo, de acompañarlo, de amarlo.
No todo será color de rosas. El sacrificio, aunque esté llena de la gracia de Dios, será grande: le llevará a conducirlo a Egipto como un emigrante para evitar la muerte, le llevará a buscarlo entre el gentío por ser considerado falto de cordura, le conducirá al pie de la cruz. Cada paso será un parto lleno de dolor, y el más desgarrador el de contemplar desde el llanto una muerte ignominiosa en la cruz.
María, una mujer que no evitó el dolor de su misión, todo por darle la vida a Dios. Transformó su vida para que Dios hiciera historia con su vida. María a pesar del dolor no perdió la esperanza: el proyecto de Dios y su promesa se cumple. Donde ella veía dolor e incomprensión Dios presenta amor, reconciliación y paz. Su dolor era el sacrificio que el amor supondría, su dolor era el sacrificio donde los pecados del pueblo eran perdonados, su dolor era el sacrificio donde la paz se daría como reino. A cambio la gracia de Dios, el amor de Dios, la Gloria de Dios.
Pidamos a Dios que sepamos acoger como María el proyecto de Dios para con nosotros, que no nos dé miedo la salvación propuesta por Dios, y si es doloroso el camino de liberación, sepamos ver sobretodo el anuncio de la vida que se nos propone.
FELIZ JUEVES III ADVIENTO!!
(Fuente Nocetnam: Convento de San Pablo y San Gregorio,Valladolid)
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