San José tiene una gran amplitud de espíritu. No se obstina en pensar cómo deberían de ser las cosas según las reglas entonces conocidas. Vive abierto a las inspiraciones que vienen auténticamente de Dios. Lo que Dios quiere de cada uno, nos lo va descubriendo mediante los acontecimientos más sencillos de la vida, por medio de una orientación espiritual o por la lectura de la Escritura, etc.
Estemos abiertos a las peticiones interiores que nos hace el Espíritu Santo. No nos quedemos en nuestros planes egoístas o estrechos. El Señor, no sólo nos da a conocer lo que nos pide, sino que nos da siempre la fuerza para dárselo. Veamos cómo san José acepta la misión que se le encarga y la lleva a cabo con responsabilidad y gran dedicación. Su alegría fue vivir junto a Cristo y poner sus dones a su servicio.
¿Cumplimos con esmero nuestros deberes más pequeños? ¿Vemos en ellos la oportunidad para santificarnos, para servir a los demás y a Dios? Que el ejemplo de san José nos ayude a prepararnos a celebrar santamente la Navidad.
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