“El que se enaltece será
humillado, y el que se humilla será enaltecido”
Cuando leemos o escuchamos este Evangelio, en seguida pensamos en los sacerdotes, obispos, políticos, todos los que ejercen autoridad en la vida, y está bien que pensemos en ellos para que, como dice Jesús, hacer lo que ellos dicen aunque ellos no lo hagan… Pero la verdad es que todos caemos en lo mismo: sabemos lo que hay que hacer y lo que se debe hacer y no lo hacemos o hacemos lo contrario, pero eso sí, se lo exigimos a los demás. También Jesús nos advierte de hacer el bien o cumplir la ley para ser vistos por los demás. Cuando hagas el bien, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha (Mt 6,3).
Uno solo es nuestro Maestro: JESÚS, que es capaz de enseñarnos con el ejemplo, con la propia vida. Él no solo cumplió la ley sino que vino a darle plenitud. Él vino a servir y no a ser servido. Él, que siendo Dios, nunca estuvo por encima de nadie, al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se sometió incluso a la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el nombre sobre todo nombre (Fl 2, 6-11).
Oración
Señor Dios mío, mi único Padre y Maestro. Hazme humilde sin ficción, que sea sincera sin hipocresía que haga el bien sin ser presuntuosa, que corrija sin arrogancia, y así edifique con la palabra y el ejemplo. Concédeme un profundo conocimiento de ti mismo para que tenga tus mismos sentimientos, tú mismo modo de pensar y actuar y así sea un fiel reflejo de ti en medio de mis hermanos.
Amén
Fuente: Sor Mª Montserrat Román Sánchez, OP, Monasterio Santa María la Real, Bormujos, Sevilla
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