”La Palabra era la luz verdadera”
“Venga también ahora la Palabra
del Señor a quienes la esperamos en silencio. Un silencio sereno lo envolvía
todo, y al mediar la noche su carrera, tu Palabra todopoderosa descendió desde
el trono real de los cielos.” (Sb 18, 14-15) Este texto de la Escritura se
refiere a aquel sacratísimo tiempo en que la Palabra todopoderosa de Dios vino
a nosotros para anunciarnos la salvación, descendiendo del seno y del corazón
del Padre a las entrañas de una madre…
Así pues, todo estaba en el más
profundo silencio: callaban en efecto los profetas que lo habían anunciado,
callaban los apóstoles que habían de anunciarlo. En medio de este silencio que
hacía de intermediario entre ambas predicaciones, se percibía el clamor de los
que ya lo habían predicado y el de aquellos que muy pronto habían de
predicarlo… Con expresión feliz se nos dice que en medio del silencio vino el
mediador entre Dios y los hombres: hombre a los hombres, mortal a los mortales,
para salvar con su muerte a los muertos.
Y ésta es mi oración: que venga
también ahora la Palabra del Señor a quienes le esperamos en silencio; que
escuchemos lo que el Señor Dios nos dice en nuestro interior. Callen las
pasiones carnales y el estrépito inoportuno; callen también las fantasías de la
loca imaginación, para poder escuchar atentamente lo que nos dice el Espíritu,
para escuchar la voz que nos viene de lo alto. Pues nos habla continuamente con
el Espíritu de vida y se hace voz sobre el firmamento que se cierne sobre el
ápice de nuestro espíritu; pero nosotros, que tenemos la atención fija en otra
parte, no escuchamos al Espíritu que nos habla.
Fuente: Julián de Vézelay (c.
1080-c. 1160), monje benedictino
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