Una interpretación de este complicado texto es la siguiente. No hay nadie más grande que Juan en el Antiguo Testamento, es mayor que los patriarcas y profetas. Pero, entrando en el Nuevo Testamento, Juan es inferior a todos. El más pequeño en el Reino predicado por Jesús es más grande que Juan.
Este Reino, el Reino de Dios, consiste, por parte nuestra, en aceptar a Dios como Rey y Señor de la propia vida, dejar que él guíe todos nuestros pasos y formar parte de esa comunidad, de la comunidad de los que tienen a Dios como su Rey… el Reino de Dios. Y rechazar a todos los otros falsos dioses, el dinero, el prestigio, el placer, el egoísmo… que llaman a nuestra puerta. La violencia de la que habla Jesús en el evangelio va por aquí, por el esfuerzo que tenemos que hacer para rechazar a los falsos dioses y aceptar de corazón y en la vida de cada día a Dios como nuestro Rey y Señor.
(Fuente nocetnam: Fray Manuel Santos Sánchez)
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