“Jesús se paró y mandó que se lo trajeran”. Jesús siempre se detiene, los hombres casi siempre pasamos de largo, pero Él se interesa, está pendiente de toda necesidad de cada persona.
Jesús no es un Dios lejano, de distancias, que no podemos abarcar, sino de cercanía e intimidad. Siempre nos pregunta, nunca nos impone, nos escucha; ¿crees que puedo hacerlo? El ciego responde: “¡Señor, que vea otra vez! Pues que se haga según tu fe. Recobra la vista, tú fe te ha curado”.
Ahora no sólo verá con los ojos corporales, sino con los ojos de la fe, su vida ha cambiado sigue al Maestro, glorifica a Dios y por él todo el pueblo.
Este sencillo y profundo grito de misericordia y compasión es el que está saliendo del corazón de todos los cristianos y quizás de personas no creyentes, que necesitamos de esa ayuda de Dios en estos meses duros que vivimos en todo el mundo por el Covid-19. Habrán subido muchas oraciones esperanzadas, humildes, a quien de verdad puede librarnos de toda angustia y todo dolor.
“¡Señor, si quieres puedes hacerlo!".
(Fuente Nocetnam: Sor Mª Jesús Izquierdo)
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