¿Qué hacemos con nuestros talentos?
El hombre de la parábola de los talentos representa a Jesús, los siervos son los discípulos y los talentos son el patrimonio que el Señor les confía: su Palabra, la Eucaristía, la fe en el Padre celeste, su perdón… en resumen, sus más preciosos bienes. Esta parábola nos empuja a no esconder nuestra fe y nuestra pertenencia a Cristo, a no sepultar la Palabra del Evangelio, sino a hacerla circular en nuestra vida, en las relaciones, en las situaciones concretas, como fuerza que purifica, que renueva. El Señor nos conoce personalmente y nos confía aquello que es justo para nosotros y que está al alcance de cada uno. Todos tenemos algún talento con el cual servir a la comunidad. Dios coloca en todos nosotros la misma inmensa confianza ¡No lo defraudemos! ¡No nos dejemos engañar por el miedo, sino intercambiemos confianza con confianza! Pidámosle ayudarnos a ser “servidores buenos y fieles”, para participar “de la alegría de nuestro Señor”.
(Fuente nocetnam)
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