“No podéis servir a Dios y al dinero”
Sin dinero no se puede vivir. Pero, dada la fuerte atracción que ejerce sobre el ser humano con sus promesas de abrir las puertas de la felicidad, podemos caer en la trampa que nos tiende: endiosarle, hacerle nuestro Dios, con las tragedias humanas que esto lleva consigo. El dios dinero tiene sus leyes, a quien le adora y sirve le exige tener más y más dinero, y nunca se tiene lo suficiente. Es obligatorio buscar más dinero. El dios dinero, en esa carrera nunca acabada de más y más, pide olvidarse de la honradez, de la justicia, del amor a los demás, de la fraternidad. No tiene ojos para ver el hambre, la miseria, las situaciones difíciles de los hermanos. La codicia, el almacenar más y más dinero, es su única ley. Cada día en los Medios de Comunicación aparecen noticias de todo el mundo donde algunos hombres, por culpa de su dios dinero, se corrompen, se deshumanizan, cometen terribles injusticias, asesinatos… Los analistas económicos nos certifican que la crisis económica que padece la humanidad se debe a la codicia de algunos hombres, que por adorar al dinero, al becerro de oro, han cometido auténticas barbaridades financieras que está pagando toda la sociedad. Dios va por el camino contrario, el del amor, la verdad, la honradez, la fraternidad. No es extraño que Jesús nos diga: “No podéis servir a Dios y al dinero”.
(Fuente Nocetnam: Fray Manuel Santos Sánchez)
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