Hoy nos habla de la humildad, dejar los puestos altos y quedarnos con los más bajos, con lo sencillo, pero pasar a un segundo lugar, ser el último es una situación un tanto humillante, vergonzosa y no podemos permitírnoslo. Los orgullosos, los soberbios de corazón son los que buscan esos primeros puestos, alardeando de lo que no son y no saben y se creen saber.
Jesús no vino a ser el primero, todo lo contrario, nació pobre, sin techo donde cobijarse, creció siendo uno más, ocupó el lugar de la gente humilde. Deberíamos aprender de Jesús, de su humildad, de su vida, y no pretender los primeros puestos. Aprender a convivir con los demás, siendo uno con ellos, no querer entrar en competencia del tener o ser más que el otro. A los ojos de Dios todos somos iguales. Nunca despreciar a los demás sino acercarnos y sentir sus necesidades, sus dolores, sus tristezas como nuestras, tenderles una mano, abrirles nuestro corazón, sentirnos cercanos. Nos queda mucho que aprender de la humildad y Cristo es nuestro ejemplo en humildad, por eso debemos esforzarnos en querer imitar a Jesús, con él nos dijo, “aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”.
(Fuente Nocetnam: Monasterio Sta. María la Real - MM. Dominicas Bormujos ,Sevilla)
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