jueves, 27 de junio de 2019

Comentario lectura evangelio 30/06/19

<<No lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.>>

Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos? Jesús se volvió y les regañó. Podemos dejarlo todo para seguir a Jesús, sin tener por eso que desear el mal de nadie. Es más, si para seguir a Jesús creemos que debemos desear el mal de alguna persona, realmente no estamos siguiendo a Jesús, porque Jesús nunca deseó el mal de nadie. Seguir a Jesús es amar a Dios y al prójimo como Cristo lo amó, es decir, deseando siempre su bien y haciendo por nuestra parte todo lo que podamos para que sea feliz. Amar hasta a nuestros enemigos significa precisamente eso: desear su bien y su felicidad, es decir, desear que amen a Dios y al prójimo como Cristo los amó.
En este sentido, también debemos decir que dejarlo todo para seguir a Jesús no es algo exclusivo de personas consagradas; es algo que pueden y deben hacer todos los cristianos. Se puede seguir a Jesús sin tener que dejar esposa, familia y casa. Como he dicho al principio, lo importante es sentirse y ser libre para seguir a Jesús por encima de todo, en cualquier circunstancia y lugar. Lo que nunca podemos hacer es posponer el seguimiento a Jesús a circunstancias concretas y particulares. De hecho, yo, que soy fraile, conozco a más de una persona seglar que sigue a Jesús mejor que muchos de nosotros, los consagrados. El evangelio es igualmente obligatorio para todos los cristianos.

(Fuente nocetnam: Gabriel González del Estal)

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