La paz a la que se refiere Jesucristo, es el resultado de una unión íntima con Él. Es una estabilidad de ánimo, propia de los auténticos hijos de Dios, que se abandonan a su voluntad y que asumen plenamente su papel de cristianos comprometidos. Sólo a través de la pobreza de espíritu podremos conseguirla. Es un fruto de la presencia del Espíritu Santo en nuestras almas, y que hay que pedir en la oración humilde.
(Fuente nocetnam: Regnum Christi)
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