Cuando todo nos invita al desaliento, a la desesperanza y a la turbación, surge una voz en medio de la oscuridad de este mundo: “Yo soy”. Yo soy el camino, no un camino más, o un camino distinto, sino el Camino. Yo soy la verdad, no una opinión, una corriente filosófica o lobby de pensamiento dominante, sino la Verdad. Yo soy la vida, no un sucedáneo, o una droga que nos hipnotiza y nos inhibe, sino la Vida.
No hay que temer ni vacilar ante los que nos muestran y nos invitan a caminar por otras sendas. Nuestra meta es el Cielo, lo sabemos, y además conocemos el camino y tenemos acceso a él por medio de Cristo. Esa es la alegría de la Pascua, el mensaje de la salvación.
(Fuente nocetnam: Monasterio de Sta. Ana , Murcia)
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