Jesús es claro y les confronta con su realidad: me buscáis porque habéis comido. ¿Por qué le buscamos nosotros? O quizá ¿le buscamos, realmente le buscamos?
Y la contrapropuesta provocadora de Jesús: trabajad por el alimento que perdura para siempre. Lógico desconcierto: ¿qué tenemos que hacer? Y respuesta más desconcertante: el trabajo a realizar es creer en el que el Padre ha enviado.
Creer en Jesús, el trabajo de toda una vida, desaprender, soltar, abandonar el deseo de control, saberse y sentirse “obra de”, recibiéndolo todo, nunca dueños, iniciando cada día la fascinante aventura de aprender a poner la vida en sus manos.
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