lunes, 22 de abril de 2019

Comentario lectura evangelio 23/04/19

Nuestra vida es una continua búsqueda, y muchas veces nos encontramos junto a un sepulcro (problema o situación que para nosotros no tiene solución y nos causa un gran dolor, una gran pérdida). Anhelamos muchas cosas, pero nos topamos con la muerte, con la fría y desnuda roca. Todos somos Magdalena, que seguimos a Jesús hasta el sepulcro; allí llevamos todo lo que somos y todo lo que late en nuestro interior. Pero Cristo no está entre los muertos, nuestra vida no es una vida muertos, sino de plenitud. En la debilidad más terrible es donde Dios se hace presente y viene a resucitarnos, a llamarnos por nuestro nombre, “María”, para que sintamos su cercanía para con  nosotros en nuestro sufrir y en nuestras alegrías.

Pero en este texto debemos dar un paso más al cual el mismo Cristo resucitado invita a Magdalena y es a no  retenerlo, es decir, a no querer a manejar a Dios a nuestro antojo. Muchas veces el supuesto amor que sentimos hacia los hermanos o incluso hasta el mismo Dios nos hace acercarnos a Él en la oración con un listado de cuáles son las cosas que deben suceder o no, de lo que necesitamos (como la lista de la compra) y es en ese momento cuando Dios nos dice, como en  el texto evangélico de hoy: “Suéltame…”, déjame ser Dios en tu vida, que es mucho más de lo que tu puedas pensar o soñar. Eres un ser creado y yo el Dios infinito…, déjame ser Dios en tu vida, mi amado hijo. Y a la vez de ese dejar a Dios ser Dios, nace nuestra vocación, “Ve y mis hermanos y diles…” La persona que encuentra su vocación y la lleva a cabo no sin dificultades pero sí con todas sus fuerzas, ese vive en la Resurrección de Cristo, hace de su vida una predicación, un canto de alabanza al Dios que se hizo hombre, vivió, murió y resucitó por puro amor nuestro.

(Fuente nocetnam: Monasterio Sta. María la Real - MM. Dominicas
Bormujos , Sevilla)

No hay comentarios:

Publicar un comentario