Este Martes de la III Semana de Cuaresma se nos recuerda cómo Jesús nos invita al perdón. Jesús le recuerda a Pedro que hay que perdonar siete veces siete, es decir, siempre, llegando a la conclusión de que Dios perdonará a aquel que perdona de corazón a su hermano. Una característica importante de la comunidad cristiana como signo de conversión es la capacidad de reconciliación con el hermano.
Pidamos con insistencia el perdón, y tomemos conciencia cuando recemos en el Padre Nuestro: "perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden". Es hermoso vivir en esa actitud constante, y palpar, en muchas ocasiones de nuestra vida, el poder sanador del perdón. El perdón vivido desde la propia experiencia de caída y volver de nuevo a levantarnos, nos cura por dentro, que es en definitiva una gracia extraordinaria que nos impulsa a vivir desde Dios todos los acontecimientos de nuestra vida.
¿Seremos capaces de vivir siempre en actitud de perdón? ¿Recordaremos especialmente las veces que Dios nos ha perdonado y la gracia de volver a empezar de nuevo después de este profundo sentimiento de que algo nuevo surge en nuestro interior después de sentir el perdón y la misericordia de Dios y de los demás?
Que no nos cansemos nunca de perdonar y de ver en los otros siempre lo mejor. Señor, que nuestra vida y nuestras actitudes hablen de compasión, de perdón y de amor.
(Fuente nocetnam: Monasterio de San José, La Solana-Ciudad Real)
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