El hombre fuerte y bien armado
por Dios
Queridísimo hijo: vemos que Dios ha armado al hombre con un arma tan sólida, que ni el demonio ni las criaturas pueden herirlo. Es a causa de la libre voluntad del hombre que Dios dijo “Los he creado sin ustedes, pero no los salvaré sin ustedes”.
Dios desea que utilicemos las armas que nos ha dado y que resistamos a los golpes de nuestros enemigos. Tenemos tres enemigos principales: el mundo, la carne, el demonio. Pero no tengamos miedo, la divina Providencia nos ha armado tan bien que nada debemos temer. La armadura es buena y el que nos socorre es mejor todavía. Nada puede resistir a Dios y mientras el alma contemple a ese suave y poderoso auxilio, ella no puede caer en ninguna debilidad. Tal como el ardiente san Pablo dice “Puedo todo en Jesús crucificado, que está en mí y me fortifica” (cf. Flp 4,13).
Cuando Pablo sentía ataques del enemigo y experimentaba tener una espina en la carne, no se afianzaba en sí mismo, débil, sino en Cristo Jesús. Al darle la libertad, Dios le había dado una buena armadura. Escribió “Puedo todo en Cristo. Ni el demonio ni las criaturas pueden forzarme a un pecado mortal, si yo no lo quiero. Si el hombre no se despoja de sus armas para ponerlas en manos del demonio por consentimiento de la voluntad, no será jamás vencido. Aunque el demonio, la carne y el mundo le tiren flechas envenenadas (…).
Mi queridísimo hijo en Cristo
Jesús, por eso quiero que no tema nada de lo que experimenta.
Fuente: Santa Catalina de Siena
(1347-1380), terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
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