“Hemos pecado contra el Señor”
El pueblo reconoce su pecado y proclama la justicia de Dios. En esta confesión colectiva resuena la conciencia de haber abandonado la Ley, de no haber escuchado a los profetas, y de haberse alejado del Señor. Es un texto marcado por la humildad y la verdad, donde se nombra el mal sin excusas ni autoengaños. La conversión comienza por este reconocimiento sincero de nuestras faltas: sólo desde ahí puede nacer un camino nuevo.
Llamados a una conversión profunda
Jesús lanza un lamento profético sobre las ciudades que no han respondido a su predicación. No es una amenaza, sino una llamada urgente a la conversión. La penitencia interior que Él pide no es un formalismo externo, sino —como enseña la Iglesia— una reorientación radical de toda la vida, una conversión del corazón.
Implica romper con el pecado, aborrecer el mal y volvernos a Dios con sinceridad y decisión. La indiferencia ante la Palabra no es neutra: nos aleja del Reino. Hoy, también nosotros somos invitados a volver a Dios con todo el corazón.
¿Estoy dejando que la Palabra de Dios me cambie de verdad o me he vuelto insensible a su llamada?
Jesús, transforma mi corazón y líbrame de la indiferencia. Quiero convertirme de verdad y seguirte con todo mi ser. Amén
Fuente: Fr. Carlos Ávila O.P., Convento de Ntro. Padre Sto. Domingo (Torrent)
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