miércoles, 6 de agosto de 2025

Comentario lectura evangelio 07/08/25

El sacramento de la reconciliación: “Lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo

La confesión es un acto magnífico, un acto de amor grande. Sólo podemos acudir a él en cuanto que somos pecadores, cargados de pecados, y de allí sólo podemos marchar en cuanto pecadores perdonados, sin pecado.

La confesión nunca es solamente un acto de humildad. Antiguamente lo llamábamos acto de “penitencia”, pero en realidad, se trata de un sacramento de amor, un sacramento de perdón. Cuando se abre una brecha entre Cristo y yo, cuando mi amor sufre una fisura, cualquier cosa puede llegar a llenar esta raja. La confesión es el momento en que dejo que Cristo quite todo lo que divide, todo lo que destruye. Lo primero es la realidad de mi pecado. Para la mayoría de entre nosotros existe el peligro de olvidar que somos pecadores y que debemos acudir a la confesión como pecadores que somos. Tenemos que acudir a Dios para decirle nuestro desconsuelo por todo lo que hemos hecho y que haya podido herirle.

El confesionario no es un lugar de conversaciones banales y chismes. Hay un solo asunto: mis pecados, mi sentimiento de dolor, mi petición de perdón, mi deseo de vencer las tentaciones, de practicar la virtud, de crecer en el amor a Dios.

Fuente: Santa Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad

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