viernes, 18 de julio de 2025

Comentario lectura evangelio 19/07/25

Mi elegido… en su nombre esperarán las naciones

Jesús ha sanado al hombre de la mano paralizada, y por ello los fariseos se confabulan contra él y traman matarlo; cuando se entera de que lo buscan para matarlo se va, desaparece del lugar, evita el conflicto: no ha llegado su hora.

Pero sigue curando a todo el que se acerca, librando del yugo de la enfermedad y del pecado, sigue anunciando el Reino nuevo que ha venido a traer.

El evangelista nos le presenta como el cumplimiento de las antiguas profecías, el siervo de Yavé de Isaías: enviado amado del Padre, paciente, misericordioso, alejado de la violencia, que anuncia buenas noticias sin ruido ni disputas, que sana las heridas, sostiene a los débiles, enciende la llama de la esperanza. Sobre Él se ha derramado el Espíritu de Dios para ofrecer ese Espíritu a cuantos crean en Él. Su misión también supone llevar el derecho a todas las naciones.

Porque los dones de Dios han de llegar a todos. Con Jesús este plan se va haciendo realidad día a día, un plan que se ofrece en libertad, no por la fuerza; un plan en el que todos los cristianos estamos llamados a colaborar de la misma forma que Jesús: sin modos violentos, con humildad y paciencia, ayudando al que se tambalea, siendo pacientes, haciendo el bien sin ruido y sin protagonismo, llevando esperanza y vida allá donde estemos. Un plan, en fin, que se realiza mediante la práctica de las bienaventuranzas.

Fuente: Sor Cristina Tobaruela O. P., Monasterio de las Dueñas (Salamanca)

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