"Pues ¿qué será este niño?"
El cambio de nombre en Juan fue
el signo de que su identidad no estaba sujeta a tradiciones ni a expectativas
familiares. Su identidad tenía que ver con una misión, y para esta misión él
debía crecer y fortalecerse en el espíritu.
Su misión era ayudar a la
conversión del pueblo antes de que llegara Jesús para que, a su llegada, el
Mesías pudiera encontrar un «pueblo bien dispuesto» (cf. Lc 1,17). El bautismo
fue el modo que este último profeta encontró para significar esa preparación,
esa conversión… ¡Qué creativo! En realidad, fue una herramienta pastoral
magnífica… pues de todos lados venían a su encuentro y se hacían bautizar (cf.
Mt 3,5-6)…
Y …¿tú?, ¿yo?, ¿nosotros?...
Aunque nuestro nacimiento no haya estado acompañado de hechos extraordinarios…¿no
estamos acaso también llamados a ayudar a los demás a disponerse para escuchar
a Jesús? ¿No somos también plasmados portentosamente para colaborar con el
Señor para que su salvación alcance hasta el confín de la tierra? ¿no estamos
invitados a ser creativos e interpretar las búsquedas y necesidades de quienes
nos rodean y traducirlas en gestos restauradores que reorienten sus vidas hacia
la Verdad?...
Pero… ¿cómo hacerlo? Juan nos
puede dar unas pistas y algunas palabras claves nos pueden orientar.
«El Señor pronunció mi nombre»:
¿Cómo reconocer en nuestra vida esa Voz que nos «altera», nos descentra de
nuestros egoísmos y nos centra en la persona de Jesús y en su Proyecto?
«Mi Dios era mi fuerza»: ¿Cómo
sostener nuestra vida y nuestro actuar en quien nos habita y nos llama? ¿Cómo
vivir desde «adentro hacia afuera», para ser firmes sin ser rígidos, para ser
íntegros e integradores, sin ser eclécticos…?
«Yo no soy»: ¿Cómo ser
protagonistas de la misión sin pretender ser «la estrella de Belén» hacia la
que todo el mundo tiene que mirar? ¿Cómo ser ventana para que otros se
encuentren con el Señor y no ser un muro grafiteado con nuestras propias voces
y consignas?
Que la mano del Señor repose
sobre nosotros y nos haga crecer y fortalezca nuestro espíritu, como lo hizo
con el niño Juan.
Fuente: Fray Germán Pravia O.P., Casa
de la Santísima Trinidad, Montevideo, Uruguay
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