"Amarás a tu prójimo"
Un texto emblemático del Evangelio es el que encontramos en la eucaristía de este día: el amor sin exclusiones, que incluye a los enemigos. Aclaremos; no podemos nosotros a la luz del evangelio declarar enemigo a nadie. Cuando se habla de enemigo se entiende que se habla de los que nos declaran enemigos a nosotros. A ellos hay que extender también el perdón. Y no olvidemos que antes de perdonar hemos de analizar las razones por las que nos declaran enemigos, no vaya a ser que hemos dado algún motivo para esa enemistad; o responda a situaciones concretas de tipo psicológico u de otro tipo que les generan en ellos esa enemistad. Lo de siempre: antes de perdonar tratar de comprender.
El perdón cuando ha lugar NUNCA ha de faltar. Es medida de nuestra generosidad, de nuestra humanidad, como hemos indicado; es además expresión de misericordia, que como se deduce del texto, define nuestra perfección humana, y cristiana: “sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. Perfectos en la medida de misericordiosos- La misericordia es la generosidad, pero además expresa por qué se es generoso, por amor. Misericordia es, miseri-cor-dare: dar el corazón a quien vive en miseria, al necesitado. Sin amor no hay obra de “caridad”, o sea de amor.
Por ello al analizar los niveles de nuestra generosidad, fijémonos en los niveles de perdón y misericordia.
Fuente: Fray Juan José de León Lastra O.P., Convento de Santo Domingo (Oviedo)
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