sábado, 10 de mayo de 2025

Comentario lectura evangelio 11/05/25

¡El buen pastor! Esta figura bíblica nace de la observación y la experiencia. Durante mucho tiempo, Israel fue un pueblo de pastores, y los textos del Antiguo Testamento confirman la tradición de la época de los patriarcas y de las generaciones sucesivas. El pastor, que cuida atentamente el rebaño y lo conduce a fértiles praderas, se ha convertido en la imagen del hombre que guía y está al frente de una nación, siempre solícito de lo que le atañe. Así se representa al pastor de Israel en el Antiguo Testamento.

En su predicación, Jesús recurre a esa imagen, pero introduce un elemento del todo nuevo: pastor es el que da la vida por sus ovejas (cf. Jn 10, 11-18). Atribuye esta característica al pastor bueno, distinguiéndolo de quien, por el contrario, es un asalariado y, por tanto, no se preocupa por su rebaño. Más aún, se presenta a sí mismo como el prototipo del buen pastor, capaz de dar la vida por su rebaño. El Padre lo mandó al mundo no sólo para que fuera el pastor de Israel, sino también de la humanidad entera.

De modo especial en la Eucaristía se hace presente sacramentalmente la obra del buen Pastor, que, después de haber predicado la «buena nueva» del Reino, ofreció en sacrificio su vida por las ovejas. En efecto, la Eucaristía es el sacramento de la muerte y resurrección del Señor, de su supremo acto redentor. Es el sacramento en el que el buen Pastor hace presente constantemente su amor oblativo por todos los hombres.

Fuente: San Juan Pablo II, papa

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