“Yo soy el pan de vida: el que venga a mi no pasará hambre” (Jn 6, 35)
"Cristo Jesús que murió,
resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede por nosotros" (Rm
8,34), está presente de múltiples maneras en su Iglesia: en su Palabra, en la
oración de su Iglesia, "allí donde dos o tres estén reunidos en mi
nombre" (Mt 18,20), en los pobres, los enfermos, los presos (Mt 25,31-46),
en los sacramentos de los que Él es autor, en el sacrificio de la misa y en la
persona del ministro. Pero, "sobre todo, (está presente) bajo las especies
eucarísticas" (SC 7).
El modo de presencia de Cristo
bajo las especies eucarísticas es singular… En el Santísimo Sacramento de la
Eucaristía están "contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo
y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por
consiguiente, Cristo entero" (Concilio de Trento: DS 1651). “Esta
presencia se denomina "real", no a título exclusivo, como si las
otras presencias no fuesen "reales", sino por excelencia, porque es
substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente”
(MF. 39).
El culto de la Eucaristía:
"La Iglesia católica ha dado y continua dando este culto de adoración que
se debe al sacramento de la Eucaristía no solamente durante la misa, sino
también fuera de su celebración: conservando con el mayor cuidado las hostias
consagradas, presentándolas a los fieles para que las veneren con solemnidad,
llevándolas en procesión en medio de la alegría del pueblo" (MF 56)… Es
grandemente admirable que Cristo haya querido hacerse presente en su Iglesia de
esta singular manera. Puesto que Cristo iba a dejar a los suyos bajo su forma
visible, quiso darnos su presencia sacramental; puesto que iba a ofrecerse en
la cruz por muestra salvación, quiso que tuviéramos el memorial del amor con
que nos había amado "hasta el fin" (Jn 13,1), hasta el don de su
vida. En efecto, en su presencia eucarística permanece misteriosamente en medio
de nosotros como quien nos amó y se entregó por nosotros (cf Ga 2,20), y se
queda bajo los signos que expresan y comunican este amor.
Fuente: Catecismo de la Iglesia
Católica, §1373-1380
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