«Tócame y mira»
Después de la resurrección, como
el Señor había entrado con todas las puertas cerradas (Jn 20,19), los
discípulos no creían que había recuperado la realidad de su cuerpo, sino
suponían que sólo su alma había regresado bajo una apariencia corporal, como
las imágenes que se presentan a los que tienen en su sueño. "Creían que
veían un espíritu "...
"¿Por qué estáis turbados, y
por qué tenéis pensamientos inquietantes en vuestros corazones? Ved mis manos y
mis pies". Ved, es decir: estad atentos. ¿Por qué? Porque no es un sueño lo
que estáis viendo. Ved mis manos y mis pies, ya que, con vuestros ojos
agobiados, no podéis todavía ver mi rostro. Ved las heridas de mi carne, ya que
todavía no veis las obras de Dios.
Contemplad las marcas hechas por
mis enemigos, ya que todavía no percibís las manifestaciones de Dios. Tócame,
para que tu mano te dé la prueba, ya que tus ojos están cegados... Descubre los
agujeros de mis manos, busca en mi costado, reabre mis heridas, porque no puedo
negarles a mis discípulos con vistas a la fe, lo que no les negué a mis
enemigos para mi suplicio. Tocad, tocad, ahondad entre los huesos, para
confirmar la realidad de la carne, y que estas heridas todavía abiertas
atestiguan que son bien mías...
¿Por qué no creéis que he
resucitado, yo que devolví a la vida a varios muertos ante vuestros ojos?...
Cuando estaba colgado en la cruz, me insultaban diciendo: "El que salvó a
otros, no puede salvarse a sí mismo. Que descienda de la cruz y creeremos"
(Mt 27,40). ¿Qué es más difícil, descender de la cruz arrancando los clavos o
regresar de los infiernos pisoteando la muerte? Yo mismo me salvé, y rompiendo
las cadenas del infierno, subí hacia lo alto.
Fuente: San Pedro Crisólogo (c.
406-450), obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia
No hay comentarios:
Publicar un comentario