martes, 29 de noviembre de 2022

Comentario lectura evangelio 30/11/22

San Andrés es hermano de sangre de Pedro. Los dos sintieron a la vez la invitación a seguir a Jesús. Fue una decisión valiente la dejar las redes “inmediatamente” y seguirle. Los dos apostaron por el crucificado, pues tuvieron experiencia de su resurrección. Los dos dieron la cara por el Maestro y por su evangelio en distintos lugares. Y con la cara la vida. En cruces, dice la tradición. Distintas de la del Maestro: Pedro crucificado cabeza abajo; Andrés en una cruz en aspa. 

A san Andrés se le asigna la predicación del evangelio en lugares lejanos como la India. Su fe en Cristo no fue una fe intelectual, que se reduce a creencias; fue como dice San Pablo, una fe del corazón. La vocación a la que respondió tan rápidamente, no vivió de ese primer impulso. Fue madurando. Fue auténtica vocación cuando el afecto le unió a Cristo: cuando su fe fue del corazón. Así ha de ser nuestra fe: no sólo una convicción, sino una decisión cargada de afecto a Cristo el Señor. Si es así podremos hablar con entusiasmo de él, como san Andrés, presentarlo a quienes no lo conocen o lo tienen olvidado. Presentarlo con nuestra palabra que habla de Jesús como de alguien de quien se está apasionado. Con nuestras obras, siempre imperfectas, pero que encuentran su razón de ser en el compromiso vital con el Maestro.

Ese entusiasmo por Jesús es el que tenemos que activar en la espera de la celebración de la Navidad.

(Fuente: Convento de Ntra. Sra. de Atocha ,Madrid)

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