La liturgia nos ofrece unas lecturas que anuncian el fin del ciclo litúrgico anual. Nos dice que el Reino de Dios está cerca, que Dios viene a nuestro encuentro y quiere permanecer con nosotros. Se trata de una acción que se realiza siempre, en un presente continuo: Dios nos ofrece en todo momento su gracia y desea liberarnos del mal, es decir, de todo lo que impide nuestra verdadera felicidad. El triunfo radical y definitivo de nuestra vida está en alcanzar ese Reino de Dios que se nos ofrece. Para ello, necesitamos vivir los Mandamientos, éstos constituyen la guía que nos muestra cómo vivir bien, cómo elegir la vida.
Ante la inminencia del Adviento acerquémonos al sacramento de la Reconciliación, para ser capaces de recomenzar, de ser nuevos hasta el fondo con el poder de Dios. Tenemos necesidad de una verdadera renovación que sólo puede venir del poder del amor de Dios crucificado. El Adviento es también el tiempo espiritual de la esperanza. Acrecentemos nuestra confianza en Dios, seguros de su promesa: sus palabras no dejarán de cumplirse.
(Fuente nocetnam)
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