El Evangelio narra varios sucesos en los que Jesús es acusado de transgredir la ley. Pero Jesús no quebranta la santidad del sábado, más bien da una interpretación auténtica de la misma: es un día para hacer el bien, es una ocasión para salvar en lugar de destruir. Podemos aplicar esto pensando que Dios nos da cada día como una oportunidad para amar, para servir, para hacer el bien. La auténtica religiosidad va siempre unida a la caridad. El amor al prójimo es un mandamiento semejante al del amor a Dios. Él no sólo quiere nuestra alabanza, sino también el respeto por nuestro prójimo. Dios ama a cada persona humana por sí misma, es por eso que toda vida humana es sagrada. Jesús al ver a la mujer encorvada sintió compasión de ella y la curó. La esperanza no es un ideal o un sentimiento, sino una persona viva: Jesucristo. El encuentro con Él nos cambia. No estamos solos. Cristo está con nosotros. Él es nuestra esperanza.
(Fuente Nocetnam: Regnum Christi)
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