martes, 11 de junio de 2019

Comentario lectura evangelio 14/06/19

Cuando tenemos un mal pensamiento solo lo conocemos nosotros sin pensar que Dios también lo percibe, y es que muchas veces nos olvidamos de que el Padre está pendiente de sus criaturas en todo momento. Diría aún más: apartamos a Dios de nuestro pensamiento para creernos más libres. Vivimos en unos tiempos en los que todo lo relativizamos, hasta el pecado. Parece que eso de “pecar” era cosa de nuestras abuelas y estamos cayendo en la soberbia más descarada. El pecado, el mal, es igual de grave en todos los tiempos, es dar la espalda a Dios y a los demás, de ahí las duras palabras de Jesús…” más vale que te arranques el ojo”.

¿Y qué decir del divorcio? Actualmente parece que no nos tomásemos en serio el Sacramento del Matrimonio y por eso tampoco se le da importancia a su disolución. Un divorcio es un fracaso provocado, en muchas ocasiones, por no ponernos en manos de Dios y pedir su ayuda. Creemos (en nuestra soberbia una vez más) que lo podemos todo nosotros solos y nos olvidamos de que sin El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo somos muy poca cosa.

Nunca debemos apartarnos de Dios, necesitamos de su ayuda tanto en nuestra debilidad como en nuestra vida cotidiana. Oración y reconciliación son la fórmula de una vida mejor y más plena.

(Fuente nocetnam: Fraternidad Laical de Santo Domingo, de Almagro)

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