Pedro se creía fuerte, capaz de ser fiel al Señor e incluso de dar su vida por Él. Sin embargo, sabemos que no mucho tiempo después de afirmar todo esto se hundió ante una criada que lo reconoció. Así es la naturaleza humana, nos sentimos seguros, casi intocables, pero somos débiles. Por eso, Jesús nos alerta, nos pide vigilar y orar, nos invita a no apoyarnos en nuestras solas fuerzas y a acercarnos más a Dios. Todos llevamos dentro la rebeldía y la flaqueza. Con frecuencia experimentamos la división interna, decimos ser cristianos y nos comportamos como si no lo fuéramos, a veces llegamos a tolerar la incoherencia entre lo que profesamos ser y lo que realmente somos. Pidamos a Jesús que nos conceda una firme determinación interior para adherirnos a su voluntad en todo momento y circunstancia. Sabemos que poco después de negar al Señor, Pedro se encontró con la mirada de Cristo, entonces se arrepintió y se decidió a seguir fielmente al Señor. Aprendamos a levantarnos de nuestras caídas y a seguir perseverando en nuestra fe cristiana.
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