miércoles, 10 de abril de 2019

Comentario lectura evangelio 11/04/19

Quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre.

Jesús, en su lento proceso de darnos a conocer el pacto que quiere establecer con toda la humanidad, poco a poco, nos va descubriendo la vida que nos propone, las promesas a las que nos llama. En el evangelio de hoy, hace alusión a una sus promesas más deslumbrantes, más ricas en amor y en felicidad: “Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre”. Ante este sublime anuncio, los judíos que están en contra de  él y no le aceptan, para replicarle acuden a Abrahán: “nuestro padre, que murió y también todos los profetas”. Jesús no tiene otra manera de rebatirles que acudiendo a Dios, su Padre: “El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: es nuestro Dios”. Es Dios, ni más ni menos, quien está detrás de Jesús, de todas sus palabras, de todas sus promesas, de todo su actuar. Apoyándose en este verdad, Jesús también afirma rotundamente que él es mayor que Abrahán: “Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día: lo vio, y se llenó de alegría… Os aseguro que antes que naciera Abrahán existo yo”. Nosotros bien sabemos que Jesús es el Hijo de Dios, por eso creemos en él, le amamos y depositamos toda nuestra confianza en sus promesas, entre las que se encuentra nuestra resurrección a una vida de total felicidad y para siempre.


(Fuente: Fray Manuel Santos Sánchez)

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