martes, 2 de abril de 2019

Comentario lectura evangelio 05/04/19

El pasaje del Evangelio que hemos escuchado nos presenta una escena ambientada en el templo de Jerusalén, al final de la fiesta judía de las tiendas, después de que Jesús proclamara una gran profecía revelándose como fuente de “agua viva”, es decir el Espíritu Santo. Entonces la gente, muy impresionada, se puso a discutir acerca de Él. También hoy la gente discute sobre Él. Algunos están entusiasmados y dicen que “es de verdad el profeta”. Alguno incluso afirma: “Este es el Mesías”. Pero otros se oponen porque —dicen— el Mesías no viene de Galilea, sino de la estirpe de David, de Belén; y así, sin saberlo, confirman precisamente la identidad de Jesús.

Los jefes de los sacerdotes habían mandado a los guardias a arrestarlo, como se hace en las dictaduras, pero vuelven con las manos vacías y dicen: “Jamás ha hablado nadie como ese hombre”. He aquí la voz de la verdad, que resuena en esos hombres sencillos.

La palabra del Señor, ayer como hoy, provoca siempre una división: la Palabra de Dios divide, ¡siempre! Provoca una división entre quien la acoge y quien la rechaza. A veces también en nuestro corazón se enciende un contraste interior; esto sucede cuando advertimos la fascinación, la belleza y la verdad de las palabras de Jesús, pero al mismo tiempo las rechazamos porque nos cuestionan, nos ponen en dificultad y nos cuesta demasiado observarlas.

Papa Francisco

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