viernes, 8 de marzo de 2019

Comentario lectura evangelio 09/03/19

Un hombre pecador e injusto ( Mateo) escucha la llamada de Jesús, que se fija en él y cree en él, se levanta, lo deja todo y le sigue.  Tan contento está el hombre que monta una gran fiesta para celebrarlo.  Por supuesto, aquellos que viven sumidos en sus sombras se reconcomen ¡qué lejos están aún de la verdadera conversión, por justos y rectos que se consideren!

El paso de Jesús es como un soplo de aire fresco que libera y desmonta lo que impide que aflore ese fondo de verdad y bondad que hay en cada uno.  Dice Henry Nowen que hay dos enemigos de la vida espiritual: la ira y la avaricia.  La ira brota cuando lo que otros dicen de mí marca mi éxito o mi fracaso, y reacciono a las críticas.  La avaricia brota ante el deseo frustrado cuando mi valía la hago depender de lo que puedo lograr o adquirir.  Cuesta reconocerlas porque las justificamos bastante bien, las tapamos en buenas formas.  Pero van creando un resentimiento que poco a poco paraliza la generosidad del corazón.

Todos tenemos un poquito enfermo el corazón, porque el batallar de la vida deja sus secuelas.  La cuaresma es una preciosa oportunidad para sacar ese corazón y dejar que el paso de Jesús y su invitación le permitan levantarse feliz, dejar aquello que lo está lastrando e hiriendo, y seguirle por nuevos caminos de entrega y amor, puro, de nuevo, y libre, feliz.  Él puede transformar nuestra ira en cordialidad; nuestra avaricia en generosidad.

(Fuente nocetnam: Hna. Águeda Mariño Rico.)

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